Crónica de uno de tres jartibles
¡Sobre los pies te llevo, Sevilla!
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Nuestro Padre Jesús del Gran Poder |
El Jueves Santo es un día grande en Sevilla, eso es innegable. Es el día de las mantillas por las calles para las visitas a los templos, y los "sevillanos" trajes de chaqueta y corbata desde temprano. Pero un día que se hace muy largo y es conveniente saber dosificar. Para empezar ya eramos cinco, y con perspectiva de ser nueve a lo largo del día, y de la posterior noche. ¿Plan inicial?, ver tranquilamente lo que se pudiese del jueves y más tarde afrontar la madrugá de Sevilla hasta donde los pies nos llevasen. Este año no tocaba descanso previo.
El jueves amaneció soleado y en la línea meteorológica del miércoles, o sea, agradable mientras el sol estaba fuera y frío en las horas nocturnas. Una visita a la farmacia (para arreglos de chapa y pintura en pies y piernas), una comida reponedora y a la calle.
Lógicamente, lo primero que buscamos por cercanía fue a Los Negritos en su tránsito por la Alfalfa. Es una hermandad siempre muy apetecible de ver por varias razones, el Cristo de la Fundación de Andrés de Ocampo, el precioso palio de inspiración bizantina de la Virgen de los Ángeles y su forma de andar o los preciosos exornos florales de ambos pasos. En el entorno de la Alfalfa pudimos disfrutar del cortejo entero sin problemas de espacio.
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Cristo de la Fundación (Los Negritos) por la Alfalfa |
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Virgen de los Ángeles (Los Negritos) por la Alfalfa |
Tras ver los Negritos habíamos quedado en recoger a Rocío y Rosa (Mi hermana y una amiga) en la Plaza Nueva. Ambas eran novatas cofradieramente hablando en Sevilla. De camino a dicha plaza cruzamos por El Salvador, donde volvimos a ver pasar a la Virgen de los Ángeles y escuchar una enorme saeta de Manuel Cuevas desde un balcón. Ya reunidos los siete, nos decidimos por ver la hermandad más próxima, que eran Las Cigarreras. Lo mejor era esperar bien situados en la misma Plaza Nueva el discurrir de la hermandad proveniente de Los Remedios. Y eso hicimos, ya que no tiene muchos nazarenos. Precioso transitar el de los dos pasos a los sones de sus propias bandas.
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Nuestro Señor Jesucristo Atado a la Columna por la Plaza Nueva |
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María Santísima de la Victoria por la Plaza Nueva |
Una vez pasadas las Cigarreras nos movimos por detrás de la Catedral hacia la Alfalfa, para evitar la carrera oficial. Una llamada nos avisaba que había que recoger a un matrimonio de amigos de Igualeja que venían a pasar la madrugá. Un taxi los dejó en Santa Catalina, pues cuando nos llamaron era lo mejor situado para quedar con ellos.
Una vez reunidos todos, y tras unas cervecitas reponedoras en el Tremendo, nos fuimos a ver la vuelta de los Negritos ya que no todos la habían visto. Elegimos hasta el mismo lugar que de ida, o sea, una "acolchada" plaza de la Alfalfa. Tras pasar el palio nos reubicamos en la cercana plaza de la pescadería para ver la subida de La Exaltación por la Cuesta del Rosario. Es digna de ver la chicotá del "Tanque de los caballos de Santa Catalina" en ese punto, ya que suben desde la Plaza del Salvador sin parar hasta meterse en la calle Jesús de las Tres Caídas. O sea, toda la cuesta entera y con la banda del Sol sin parar de tocar marchas detrás. Un momento de sabor.
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El Santísimo Cristo de la Exaltación por la Cuesta del Rosario |
Tras comer algo vimos el palio de Nuestra Señora de las Lágrimas en la Plaza de la Alfalfa. A esa altura de la noche nos habíamos reestructurado y quedábamos siete, ya que Fran y Ana estaban ya por otro lado. En el plan que elegimos nos decantamos por seguir a Montesión que ya había cruzado por la Plaza del Pan camino de su templo. Debido a las bullas que se forman por la plaza del Salvador desistimos de ver Pasión y El Valle, y ya La Quinta Angustia nos cogía muy a trasmano de nuestra ubicación. Así que dando un pequeño rodeo, llegamos hasta la puerta de la Iglesia de San Juan de la Palma para seguir a los dos pasos de Montesión desde allí hasta su capilla. Al llegar nos sorprendimos con el Cristo de la Ventana y con el paso por allí, dando la nota, de Estrellita (Uno de esos personajes raros de Jesús Quintero).
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Jesús de los Afligidos o Cristo de la Ventana de San Juan de la Palma |
Pudimos disfrutar y acompañar los dos pasos de la hermandad desde el saludo a la hermandad de La Amargura hasta la capilla, ya que había poca gente y nos podíamos mover bastante bien por la calle Feria y aledañas. Impresionante la entrada del misterio, parecía imposible que el olivo entrase por la puerta de la capilla, doblándose hasta las potencias de Nuestro Señor Jesucristo en el Huerto debido a la flexión de las ramas del propio árbol. La agrupación musical de la Redención impecable al igual que el trabajo de los costaleros.
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Nuestro Señor Jesucristo en el Huerto entrando en su capilla |
El palio de María Santísima del Rosario en sus Misterios Dolorosos es digno de verlo y seguirlo un buen rato por los matices que tiene. Una de las Dolorosa más antigua de Sevilla, ese peculiar recogido a la cintura que tiene el manto, los rosarios de oro en los varales y su peculiar sonido, la banda de la Puebla del Río sonando muy bien ... en fin, Montesión por la calle Feria siempre tiene sabor y merece la pena. A todo esto los nazarenos de la Macarena hacía tiempo que se veían pasar por el final de la calle Feria, la "madrugá" ya había comenzado.
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Virgen del Rosario de Montesión por la calle Feria llegando a su capilla |
Tras encerrarse el palio estuvimos tentados de buscar el paso de La Sentencia de la hermandad de la Macarena, que no debía de andar muy lejos, pero preferimos volver al cuartel general de la calle Descalzos para un pequeño descanso y arreglos varios, antes de afrontar la madrugá y el frío de la noche. Las retransmisiones televisivas nos ayudaban a situar los diversos cortejos por las calles de Sevilla, para decidir el momento de volver a salir. Y éste llegó cuando vimos que el paso de misterio de las Tres Caídas de Triana estaba terminando de cruzar el puente de Triana.
Nos pusimos en marcha todos menos Fran, Ana e Inma, que lo harían más tarde. En menos de diez minutos estábamos en Reyes Católicos bien situados para ver misterio de la hermandad de La Esperanza de Triana, todo ello tras cruzar la calle Cuna, justo antes que la cruz de guía del Silencio, y la carrera oficial por Sierpes.
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El Santísimo Cristo de las Tres Caídas por Reyes Católicos |
En la calle Reyes Católicos, pudimos disfrutar de una enorme chicotá a los sones de la marcha "Verde Esperanza", mientras la hermandad empezaba a comprimirse obligatoriamente antes de entrar en carrera oficial. A pesar de que, más o menos, se podía seguir lateralmente al misterio, decidimos no entretenernos mucho allí, ya que estaban en la zona de parón para ellos y las chicotás eran cortas y algunas a tambor. De hecho el paso tuvo que andar para atrás en alguna.
El siguiente objetivo era ver la entrada de El Silencio, que suele estar escasa de público y se puede ver perfectamente. Mientras avanzábamos sin problemas por Alfonso XII, buscando la iglesia de San Antonio Abad, nos acercamos hasta la plaza del Duque y desde las vallas del pasillo de la carrera oficial, vimos la entrada del palio de La Macarena en la Campana. En ese momento recibimos la llamada de Inma que se encontraba en la esquina de O`Donnell con Velázquez y no sabía como llegar a nuestra posición, que nos encontrábamos a unos 150 metros de allí en línea recta. Había que ir a por ella en una rápida maniobra. Dejamos al grupo en la entrada del Silencio, y Raúl y yo cruzamos por delante de la iglesia de San Antonio Abad por la calle del Silencio, luego cruzamos San Eloy y llegamos a O`Donnell , donde se encontraba totalmente comprimida la hermandad de El Calvario. Remontamos la cofradía y en la misma esquina en un sitio de lujo, sin ella saberlo, estaba Inma y la cruz de guía de la Esperanza de Triana también. Allí mismo nos podíamos haber quedado a ver la entrada de Triana en carrera oficial, pero había que volver para ver El Silencio y ya de camino ver todo el cortejo de El Calvario, el cuál no se había movido en ningún momento desde que lo vimos. Recorriendo tranquilamente O`Donnell vimos los dos pasos de la cofradía y volvimos callejeando hasta casi la puerta misma de la Iglesia de San Antonio Abad donde nos esperaban el resto del grupo. En quince minutos habíamos solventado la situación más fácilmente de lo que esperábamos.
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Nuestro Padre Jesús Nazareno (El Silencio) |
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Palio de María Santísima de la Concepción (El Silencio) |
Habíamos leído en El Foro Cofrade que la entrada de El Silencio se podía ver sin bullas, y efectivamente así fue. Pudimos disfrutar de todo el precioso cortejo en un ambiente de recogimiento, oscuridad y sin mucho ruido (Antes de la llegada del palio se escuchaba perfectamente la banda de las Tres Caídas de Triana). Aunque se hizo algo larga la entrada valió la pena estar allí. Ver el peculiar palio de plata de María Santísima de la Concepción con su clásico olor a azahar es algo que no se olvida fácilmente.
Eran ya las seis de la mañana y había que tomar café y parar en el servicio. Eso hicimos en un bar de la calle Santa Vicenta María mientras esperábamos a la hermandad de El Gran Poder que venía por por la calle Virgen de los Buenos Libros. En la esquina de esta calle con la calle san Juan de Ávila pudimos disfrutar con la presencia de El Señor de Sevilla. Imponente con su túnica bordada, el silencio se hace a su llegada y su presencia lo llena todo. Rezos, ruegos, plegarias, saetas y miradas fijas en la imagen que tallase Juan de Mesa. Es el Gran Poder, sobran las palabras.
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Jesús del Gran Poder de Virgen de los Buenos Libros a San Juan de Ávila |
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El Señor de Sevilla |
Siendo la hora que era, las seis y media, había que buscar el palio. Remontando la cofradía de manera fácil por Cardenal Cisneros, encontramos a la Virgen del Mayor Dolor y Traspaso (acompañada del San Juan obra de Juan de Mesa) por la calle San Vicente, donde la vimos cómodamente.
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María Santísima del Mayor Dolor y Traspaso por la calle San Vicente |
Habíamos acabado con las hermandades serias o de ruan y nos quedaban las alegres o de capa, pero el cansancio acumulado ya empezaba a pesar en los cuerpos. Desde la Plaza del Museo cogimos hacia la Plaza del Salvador cruzando la carrera oficial por Sierpes, donde nos encontramos el palio de la Esperanza de Triana pasando. Una bonita casualidad.
Una de las cosas que queríamos ver todos lo más cerca posible, era el palio de la Macarena. y que mejor sitio que la plaza de El Salvador en la mañana del viernes santo. Un marco precioso y no muy lleno de gente. Un sitio ideal en el cual se puede uno colocar sin problemas para ver a la Macarena llegando con poco tiempo de antelación.
Al igual que ocurre con El Gran Poder, cuando Ella llega el tiempo parece pararse y sólo existe la imagen de la Señora. Otro momento de los que no se describen con palabras, sólo con sentimientos.
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La Macarena por la plaza de El salvador |
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María Santísima de la Esperanza Macarena |
Ya a esa hora dábamos por perdido el paso de misterio de La Sentencia y decidimos ir a otro punto cofrade caliente, Las Tres Caídas en el Baratillo. Cruzando de nuevo la carrera oficial por Sierpes (nos encontramos que por ahí venía el Cristo de los Gitanos) y callejeando por El Arenal logramos llegar a la calle Adriano, cerca de la capilla del Baratillo, para deleitarnos de nuevo con el impresionante "barco" de las Tres Caídas de Triana, con su grandiosa banda de cornetas y tambores detrás. Es un momento que nunca defrauda por el peculiar andar del paso y por las marchas que se le tocan. Toda la artillería, musical y de coreografía, en una trianera presentación ante la capilla de la hermandad del miércoles santo. Puro espectáculo de sentimiento y fe provenientes de la otra orilla del río Guadalquivir.
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El Santísimo Cristo de las Tres Caídas de Triana por la calle Adriano |
El ya casi insoportable cansancio para algunos, hizo que no esperásemos a la Virgen de la Esperanza de Triana y la buscásemos por la zona del Arco del Postigo, para aligerar el castigo que llevábamos encima. Ya eran cerca de las nueve de la mañana.
No mal ubicados cerca de las vallas que pusieron en el Postigo vimos el rápido transitar del palio de la Trianera. Se podría decir, en argot automovilístico, que la Virgen pasó derrapando de Dos de Mayo a la Calle Arfe. Sin contemplaciones ni lucimientos.
Tras pasar la cofradía, cruzamos el Arco del Postigo camino de la Catedral. Allí, mientras veíamos a la Virgen de las Angustias de los Gitanos acercarse al templo catedralicio, disolvimos la mitad de nuestra particular cofradía. Raúl, Inma y yo volvíamos para la calle Descalzos, y el resto se iban para los Bermejales a descansar. Lógicamente para nuestro regreso al piso dejábamos la búsqueda de la hermandad de Los Gitanos. A esas horas nos fue fácil meternos en la calle Francos, por las calles de Santa Cruz, donde nos deleitamos con la llegada de Nuestro Padre Jesús de la Salud, a los sones de su agrupación musical, con su suave y pausado andar. De gran categoría como siempre.
Tras pasar el paso del "Nazareno Gitano" nos dirigimos a nuestro piso a descansar, o eso creíamos, ya que al llegar, y dejar a Inma descansando en la calle Descalzos, decidimos Raúl y yo salir de nuevo a buscar a la Macarena. De locos. Eran las nueve y media pasadas de la mañana, y otra vez estábamos en la calle, en una "cabalgada ultramítica" digna de Claudio Chiappucci en Sestriere en el Tour de Francia. La locura no tiene cura, pero te mantiene en pie.
Cruzando la plaza del Cristo de Burgos observamos que el palio de la Macarena estaba por Santa Ángela de la Cruz, así que bordeando por las calles Doña María Coronel y Gerona nos plantamos delante del palio de la Esperanza en la plaza de San Juan de la Palma. Allí la vimos y con su marcha "La Virgen de Sevilla" la dejamos mientras entraba en la calle Feria. Eran las diez de la mañana.
Ya de vuelta al piso, en la plaza del Cristo de Burgos, nos encontramos el cortejo de los Gitanos invitándonos a verlo de nuevo. En un acto de último esfuerzo nos adentramos a ver por donde venía el paso, y lo encontramos por la Alfalfa. Era mucho esperar para esas horas y Raúl decidió volverse al piso. Lo acompañé para quedarme las llaves y me volví a la doble revirá de Odreros a Boteros y de ésta a Sales y Ferré. Aún quedaban ganas de ver al "Manué" de nuevo.
Tras gozar de una preciosa y lenta revirá puse fin al Jueves Santo y Madrugá de Viernes Santo. No había fuerzas para esperar o buscar el palio de María Santísima de las Angustias. Eran cerca de las once de la mañana y había que descansar para seguir más tarde con el Viernes Santo. Los pies parecían que se habían quedado andando por Sevilla.
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